viernes, 24 de febrero de 2012

Nunca me dejes de querer



Un estudio realizado en el 2008 y publicado en la revista American Journal of Public Health ( oído a la música aquí ) G.A.R.A.N.T.I.Z.A. que las amigas protegen de la demencia ( perdón ? )

Tengo la ligera sospecha de que los muy prestigiosos profesionales gringos de la salud mental jamás en sus científicas vidas escucharon hablar de nosotras porque si así hubiese sido el caso el referido estudio hubiera servido para envolver pescando en el terminal pesquero de ventanilla o hecho un viajecito sin boleto de retorno a la misma mierda y a la velocidad del famoso y rapidísimo shinkansen.

Tu amistad es como salpicar con aji no moto cada uno de mis trastornos, les realza el sabor, los estimula y engrandece, en otras palabras los vuelve deliciosos.

No creo que pueda encontrar persona alguna que habiéndome conocido en el pasado se sorprenda si hoy declaro que no soy una mejor persona gracias a ti. Soy, clara y evidentemente, peor. Mucho peor.

Y está bien, no es tan grave como podría parecer. No nos alarmemos, no hay que darle tanta importancia porque tampoco es que haya sido yo un dechado de virtudes antes de conocerte. No, no. No confundamos las cosas. Hacía rato yo ya venia damaged pero a la perfecta y caprichosa alineación de los astro ahí estábamos, tu y yo, cual Meredith Grey y Cristina Yang o como los nunca bien ponderados hambre y necesidad.

Así empezó nuestra historia en los tiempos que corren, así pues, nos reconocimos como las hermanas que en el pasado ( ése del que no se tiene conciencia pero se intuye ) debimos haber sido.

Hoy tenemos fechas y años de nacimiento distintos pero por cinco lucas no solo me compraría un juez, un fiscal y un par de abogados si no al mismísimo ( y re cabro ) Walter Mercado para que certifique que en alguna vida pasada tú y yo convivimos en el vientre de una atribulada y paupérrima mujer de la edad media.

Porque déjate de huevadas, parece cierto no?

La adicción a la vida miserable, a los chicos malos, al trago a cualquier hora porque no hay razón mala para embrutecer y olvidar.

La asombrosa capacidad para convertir un cuarto de hotel en un muladar sucio y mal oliente en menos tiempo del que te tomaría la evacuación de un Airbus 320 full of people.

Empezar una meadera de risa sin poder parar, con lágrimas, moco y puñetazos al casi imperceptible arqueo de una ceja, un mínimo movimiento hacia arriba de la mitad izquierda de mi labio superior o un pestañeo que dura unos segundos más de lo debido.

Son sólo algunos de los botoncillos que demostrarían la hermandad ( esta pichulada te va a encantar ) de nuestras almas dhármicas.

Almas disfuncionales, te quedó claro no?

Porque nada medianamente bueno se puede aplicar a nosotras, ni siquiera tu frase célebre llena de splenda “las amigas lo comparten todo”. Las huevas. Yo no. Tampoco tan poco. Yo no comparto mi cuarto de helado de dulce de leche de Freddo. Ni ca. No hay manera. Olvídate de pedirme prestado mi chulísimo omega sea master, ése solo lo usamos los jet setters, Clooney incluido en la lista. Y me voy a burlar hasta desmayarme de risa y tequila en una mesa de una cantina de mala muerte mexicana rodeada de gueyes mientras les cuento tu triste historia de amor made in televisa.

Tu progreso es mi envidia, sweetheart.

Con seguridad estaría mejor sin ti, pero por alguna extraña razón que supera todo entendimiento o a causa de alguna de las múltiples patologías conductuales que padezco no quiero.

Quiero que seas mi amiga siempre. Quiero que me prestes tu cepillo de dientes cuando olvido el mío. Quiero que me sigas contestando el teléfono con tu cariñoso y clásico :” ahora qué quieres mierda?”

Quiero que me enseñes a cocinar sopita de pollo al día siguiente de habernos malogrado como rock stars. Quiero que me sigas iluminando con tu sabiduría de yoda resaqueada y decadente : “Claudita, dejarse no es querer”.

Quiero que sigamos compartiendo el mismo odio por los que son felices, por los optimistas, por los enamorados que se sacan la mugre de los brackets en la cola de six flags, por los que creen que el claro al final del túnel es la salida y no las luces de un tren que viene a sacarte la entreputa.

Quiero que seamos viejas obseso-compulsivas acumuladoras de cachivaches e historias. Quiero finalmente (y casi a modo de súplica) que nunca, pero nunca me dejes de querer.

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