domingo, 18 de marzo de 2012

Palabras para una Hermana

Hace unos meses mi hermana favorita ( ya, ya, no peleen ) se casó y éstas fueron las palabras que pronuncié esa noche a pedido de ella delante de nuestra familia y sus amigos más queridos.

“Hola, para los que no me conocen, yo soy la hermana menor de la novia, y si no les molesta voy a usar este papelito como ayuda porque tengo memoria de chorlito.

Cuando hace unos meses mi hermana me dijo: “Kaki, el Rena y yo nos vamos a casar y nos gustaría que dijeras unas  palabras”, pasé de la felicidad a la angustia en cuestión de segundos.

Después de las más absurdas ideas y varios intentos fallidos para concretar la tarea decidí que lo mejor sería alcoholizarme y hablar con el corazón. Dos corazones para ser más exactos. El del Rena y Anacé claro. Porque el mío no es buen ejemplo de nada.

El Rena y la Titi juntos tienen dos corazones que desde hace diez años en un magnífico despliegue de sincronía y envidiable buen ritmo crean la más hermosa de las danzas. Un Baile perfecto para el goce de todos aquellos que tenemos la suerte de verlos bailar.

Dos corazones sabios y viejos que sin duda se han amado a través del tiempo y el espacio capaces de convertir al más cínico de los descreídos en el más fervoroso creyente. 

Dos corazones que enseñan, que asombran, juegan y perdonan.  Que generosamente comparten su mundo y por más incomprensible que parezca te quieren en él.

Dos corazones que he decepcionado de incontables maneras pero cuyo abrazo solidario y tolerante me redime cada mañana.

Dos corazones que laten como uno, o como cuatro y a veces como cinco cuando desinteresadamente me adoptan, me regalan su tiempo y se preocupan por mi.

Dos corazones extraordinarios que te devuelven la fe en el mundo y en ti mismo cuando Romeo te cuenta chistes y la gorda Matilda no quiere compartir sus galletas.

Dos corazones que todos los que estamos aquí amamos y admiramos porque al verlos juntos esta noche sabemos que los dioses nos sonríen. 

Te quiero hermana, quiero a tus hijos como si fueran los míos y tendría que decir que quiero a tu esposo como si fuera el mío, pero no lo haré, porque sería políticamente muy incorrecto y porque dudo que si alguna vez tengo un esposo lo vaya a querer tanto como quiero al Rena.

Ustedes son mi familia ahora y solo quiero decirles desde este poco cortés y distraído corazón: gracias por aceptarme como el elemento altamente disfuncional en su perfecta familia.”

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